En un esfuerzo por clarificar las fluctuaciones en el precio del pollo, especialmente durante ciertas temporadas del año, Marco Antonio Rojas Rivera, Presidente de la Unión de Expendedores de Pollo, ha salido al paso para desmentir algunos de los mitos que rodean el costo de este alimento básico en la dieta de muchos.

Según Rojas Rivera, contrario a la creencia popular, el precio del pollo no experimenta un aumento arbitrario en temporadas específicas como la Semana Santa. Lo que realmente ocurre, explica, es una “recuperación” del precio que se ha mantenido estable en el rango de 50-65 pesos por kilo durante varios años. Esta recuperación de precio, que actualmente se sitúa entre 65 a 70 pesos el kilo, es el resultado directo de la dinámica de la oferta y la demanda, más que de ajustes inflacionarios o incrementos sin justificación.

La percepción de aumento viene dada por el ciclo natural de la economía del producto: hay momentos en el año, como en septiembre tras la veda de camarón, donde la demanda por alternativas de proteína como el pollo disminuye, llevando a una reducción en el precio. Sin embargo, este precio “recuperado” no debe verse como un aumento, sino más bien como un retorno a su valor estable después de períodos de baja demanda.

El presidente también abordó el tema de la competencia en el sector, señalando que aunque oficialmente se tienen registrados 286 expendios, la aparición repentina de operaciones clandestinas, muchas veces en hogares convertidos en puntos de venta improvisados, plantea un desafío significativo. Estos establecimientos no solo evaden regulaciones sanitarias y comerciales, sino que introducen una competencia desleal que diluye las ganancias de los vendedores establecidos al aumentar la oferta de manera artificial.

Ante este panorama, Rojas Rivera hace un llamado a los consumidores para que prioricen la compra de pollo fresco y del día en expendios o mercados reconocidos. Este gesto no solo asegura el apoyo a los comerciantes legítimos, sino que también garantiza que el producto adquirido cumple con los estándares de calidad y frescura, ya que en estos puntos de venta no se comercializa pollo congelado.

La invitación es clara: entender y participar conscientemente en el mercado del pollo no solo beneficia la economía local y asegura prácticas comerciales justas, sino que también promueve la salud pública al incentivar el consumo de productos frescos y de calidad.

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